Así preparo mis madejas antes de teñirlas

Gemma Adeva

Si alguna vez te has preguntado cómo es el proceso que hay detrás de una madeja teñida a mano, hoy te abro las puertas de mi taller para contarte cómo preparo la lana antes de teñirla (este post es el comienzo de una serie de en la que te iré enseñando el proceso completo de teñido de las madejas de Yarnitas).

Preparar correctamente las madejas antes de teñirlas es muy importante para obtener un resultado perfecto y que los colores sean duraderos, aunque muchas veces este paso previo al teñido pasa desapercibido.


¿Por qué es tan importante preparar la lana antes de teñirla?

Aunque la mayoría de la lana que usamos las tintoreras viene etiquetada como limpia o lista para teñir, lo cierto es que es necesario asegurarse de que realmente esas madejas están limpias y libres de cualquier residuo. Desde el momento en que la lana se esquila pasa por un montón de procesos diferentes hasta que llega a nuestras manos: lavado, cardado, hilado, a veces tratamientos específicos como superwash, etc. Todos estos procesos pueden dejar polvo, impurezas o aceites en la lana, a pesar de que no sean visibles. Y por supuesto, esto afecta a la forma en la que cada madeja absorbe el color del baño de tinte. Preparar las madejas antes de teñirlas nos garantiza una mejor absorción del tinte, con lo que obtenemos colores más vivos y duraderos, y también una textura de la lana más suave al tacto en la madeja final.


Cómo preparo cada madeja

Lo primero que hago es abrir las madejas y revisarlas en busca de nudos, cabos sueltos y cualquier otra cosa que no deba haber en ellas. También coloco una brida reutilizable para facilitar el sacarlas del agua, colocarlas en las bandejas de teñido, etc. Las bridas también ayudan a evitar que las madejas se enreden durante el proceso de teñido, aunque las madejas vienen bien preparadas.

Después lavo cada madeja sumergiéndola en agua fría y un jabón neutro (sin perfumes ni aditivos). Primero las sumerjo en el agua a la que he añadido el jabón y dejo que las madejas reposen en el agua durante al menos 30 minutos, así me aseguro de que el jabón hace su trabajo y de que toda la fibra llega a empaparse por completo. Les doy un "meneo" ocasionalmente, pero no es necesario frotar ni retorcer nada.

Una vez que el jabón ha actuado, aclaro las madejas con agua limpia. Me gusta llenar un cubo con el agua e introducir todas las madejas, así me aseguro de que sale cualquier resto de jabón y quedan limpias. Escurro bien todas las madejas.

A partir de aquí hay dos destinos posibles para las madejas: si no voy a teñirlas ese día, las dejo secar y después las guardo. En cambio, si voy a trabajar con ellas las dejo en remojo con agua limpia, en espera del baño de tinte. Siempre que vayamos a teñir necesitaremos que la fibra esté húmeda para que el color se absorba de manera uniforme. Si metemos lana seca en un baño de tinte, lo único que vamos a conseguir son zonas o parches con intensidades de color diferente según se vaya empapando la lana, ¡y no es eso lo que queremos!

Ocasionalmente las dejo en remojo en agua con ácido cítrico, pero eso es algo que explicaré otro día ;)

Después de esta pequeña preparación, las madejas se convierten en un lienzo en blanco perfecto, y ya están listas para absorber los colores con intensidad. Este pequeño paso previo al teñido parece insignificante, ¡pero en realidad es esencial para que luego todo salga bien! 

 

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